Imagen |Rebeca Madrid
Permanece –¿permanecer?– la carne
herida. Hay cicatriz.
Y la mente –¿la mente?– herida.
¿Herida? No, no hay herida. Si
la hubiese habría sangre. Hay
cicatriz. Tampoco.
Si hubiese cicatriz sería
evidente. No siempre se ven, dicen.
Ciertas palabras se utilizan
en vez de otras, dicen. Cuando
hay palabras suficientes.
Mejor cuando no hay
cosa.
La mente acusa sentimientos:
segrega. Hila. La mente, no. No hay.
Sólo hay hilo. Saliva.
La boca seca. No hay saliva. ¿No
la hay? Un hilo forma imagen. La
imagen de un cuerpo. Blanco. Como
todos los que han muerto. No lo he
visto. He visto otros. A ese no. Pero
forma imagen. El hilo. Algo segrega.
Hambre. Algo dice
hambre. La sacia. ¿Frío?
Algo recuerda la palabra
frío. No la siente. La obvia.
Habrá que levantarse. Aunque sin
saber para qué. Sin saber
tampoco para qué el para qué.
Levantarse y dar vueltas en esta
habitación. O también, cambiar de ha-
bitación. Pero no. Más seguro es
quedarse aquí, tecleando. Un teclado
es algo conocido. Tienen un
sonido peculiar, las techas,
cuando se las pulsa.
Quedar en lo irreconocible.
–¿Quedar?– Permanecer. Ya dije
permanecer. Ya pregunté.
Quedar es permanecer
por menos tiempo.
Siempre se puede partir.
Partir es dar pasos fuera.
Fuera de la habitación.
De la mente, no. –¿Mente?–
Ya pregunté. Y no hay. Hay hilo.
Partir es dar pasos fuera
de la habitación
con el hilo. El mismo hilo.
La palabra silencio dentro.
Dentro de uno –¿uno?
Chantal Maillard, nacida en Bruselas en 1951, es poeta y es filósofa de oriente y occidente, escribe en prosa y en verso, escribe ensayos, y es persona atenta a la conciencia, a sus fluctuaciones y a sus nudos. Con su obra Matar a Platón recibió el Premio Nacional de Poesía en 2004, y en 2007, el Premio de la Crítica por Hilos seguido de Cual. “Sólo una poesía «despojada de su naturaleza» como la de Hilos podría abordar el pensar y el sentir, los procesos de la mente y experiencias como el vértigo, el miedo, el cansancio o la vigilia, pero también el gesto y el movimiento del cuerpo; es decir, todos los fragmentos del yo, sus profundidades y sus mecanismos, sus lugares y sus imágenes, fragmentos que sólo adquieren sentido mediante los hilos que los unen y sin los cuales serían destellos inconexos” (Editorial Tusquets).
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