La crisis económica de 2008 ha sido probablemente el detonante de cambios geopolíticos y económicos globales que están configurando una nueva jerarquía mundial. La indudable hegemonía que Estados Unidos ha disfrutado desde el fin de la Guerra Fría ha comenzado a ponerse en tela de juicio. Países emergentes como China, Rusia o India, en resumen los BRICS, asumen cada vez más protagonismo global.
Esta situación parece haber despertado el interés de Washington por asegurar su posición a través, en este caso, de acuerdos comerciales con diferentes regiones del mundo. De ahí sus esfuerzos por firmar el TPP, Tratado Transpacífico entre Australia, Japón, Canadá, México, EE.UU. y otros, el TISA, Tratado en Acuerdo de Servicios entre (generalizando) países capitalistas de renta alta y el TTIP.
Tan solo el TTIP afectaría aproximadamente al 60% del PIB del mundo, al 50% del comercio mundial y por otro lado sólo al 12% de la población mundial. No cabe duda de que ésta sería el área de libre comercio más grande del mundo, lo que según algunas estimaciones añadiría un 0,5% al PIB estadounidense y un 1% al de la UE.
Los principales puntos del tratado giran alrededor de tres ejes: la eliminación de aranceles, la armonización legislativa y la protección de las inversiones.
En primer lugar la eliminación total de aranceles, que actualmente están a niveles muy bajos, 2,5% – 4%.
En segundo lugar la armonización legislativa. En la Unión Europea disfrutamos de unos derechos laborales y una protección ambiental, social y del consumidor mucho más amplia que en EE.UU. ¿Quién se va a ajustar a quién llegados a este punto?
En tercer lugar, la protección de inversiones, articulada a través del ISDS, Arbitraje de Diferencias Inversor-Estado. Esta cláusula establece cómo se solucionan los conflictos empresa-estado y permite a los primeros demandar a los segundos en el caso de que los cambios en su legislación afecten los “beneficios esperados” por la empresa.
No es fácil analizar el TTIP con objetividad, ya que la ideología, sobre todo económica, suele determinar las posturas. Aquí una confrontación con las principales razones de los detractores y los partidarios:
- Es objetivo que la eliminación total de aranceles mejoraría las condiciones económicas del comercio, aunque fuese una mejora poco significativa.
- Según los partidarios, las pymes se beneficiaran más que las corporaciones transnacionales, que ya comercian al otro lado del charco, además de ahorrarse la maraña de barreras administrativas que las grandes corporaciones superan fácilmente. Sin embargo, para los detractores las pymes serán las más perjudicadas, ya que en igualdad de condiciones legales y administrativas una empresa local siempre será menos competitiva en precios que una multinacional. Especialmente en el pastel de los contratos y licitaciones públicas (educación, sanidad, suministros), competir con gigantes del mercado sería muy difícil y la posible privatización de estos servicios mermaría el acceso universal a derechos fundamentales del estado de bienestar.
- La relación directa entre comercio y empleo se defiende en el informe de la Fundación Bertelsmann, que estima una generación de 140.000 empleos solo en España y en el largo plazo un incremento de la renta per cápita del 6%. Además, según el Center for Economic Policy Research, la UE disfrutaría de un crecimiento adicional de 120.000 millones de euros al año. Por contraposición, un estudio de la Universidad de Tufts pronostica la destrucción de 600.000 puestos de trabajo tras la implantación del TTIP, la caída de la renta per cápita y una mayor desintegración del mercado común europeo.
- El TTIP supone un movimiento estratégicamente necesario para el posicionamiento de ambas regiones en la jerarquía mundial.
- Los partidarios defienden que el nuevo escenario podría ser la solución a las desigualdades internas del mercado común europeo en el que casi siempre ganan los más fuertes.
- La fusión de ambos mercados implicaría la homogeneización de leyes que en materia laboral, social, ambiental, protección de datos, etc. son mucho más amplias en la Unión Europea. EE.UU. solo ha firmado dos de las diez Convenciones de la Organización Internacional del Trabajo, la de la esclavitud y la del trabajo infantil, mientras que la UE está a la vanguardia. La defensa estadounidense a la modificación genética, la falta de transparencia en el etiquetado de los alimentos o prácticas como la de lavar los pollos con cloro para eliminar patógenos escandaliza a la mayoría de los europeos. EEUU no ha firmado el Protocolo de Kioto, ni las Convenciones de la UNESCO, no toma en cuenta las recomendaciones de la OMS y no reconoce el Tribunal Internacional de Justicia.
- Los detractores también señalan que el TTIP proporciona a las multinacionales una “Constitución” para el Capitalismo al que tendrán que ceñirse los poderes legisladores de las partes firmantes. Esta estructura legal sería diseñada por el Consejo de Cooperación Regulatoria, compuesto por integrantes en los que los lobbies de la industria tienen influencia. Es decir, se regularía por y para la industria a espaldas de la sociedad civil.
Nos encontramos frente a fuerzas que operan en la penumbra, sin bandera, con armas poderosas, apostadas en los más variados lugares de influencia. Salvador Allende, Naciones Unidas 4 de diciembre de 1972
- Y el caballo de Troya del TTIP es el ISDS, la cláusula que establece la manera de resolver conflictos entre empresas y estados. Los detractores consideran que supone una manera de evitar cambios en las legislaciones nacionales, una cesión de soberanía que tiene como objetivo asegurar los “beneficios esperados”. Ante la posibilidad de ver mermados sus “beneficios esperados” por cambios legislativos, las corporaciones podrían recibir indemnizaciones millonarias de los estados.
Las negociaciones se están llevando a cabo dentro de un secretismo que además parece estar siendo respaldado por los grandes medios de comunicación. Lo que por otro lado significa que estamos hablando a suposiciones y filtraciones.
La Comisión Europea es la responsable de la postura de la Unión en las negociaciones con EE.UU. y a parte de sus miembros, solo los eurodiputados pueden acceder (de forma muy limitada, previa firma de documento de confidencialidad y vigilados) al “Reading Room” dónde se pueden leer parte de los documentos del TTIP.
Todo apunta a que se trata de un acuerdo ultra liberal que permitiría a EE.UU. y la UE ser el bloque con mayor capacidad económica del mundo. Lo que no queda tan claro es el coste de la factura, quién la pagará y si realmente vale la pena.
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Ignacio Bosque Villaverde
Ignacio Bosque Villaverde nació en Chiclana de la Frontera, en 1989. Ha tenido la suerte de vivir cerca de la playa hasta los dieciocho años, cuando marcha a estudiar a Sevilla. Posteriormente viaja al extranjero y completa una estancia académica en Suecia y poco después una estancia vital y profesional en Berlín. Estos viajes y estancias marcan su carácter, incompleto tras cursar estudios universitarios en economía y empresa. HomoNoSapiens es para él la oportunidad de aprender mucho de lo que más le gusta y mantenerse siempre activo. Plantó la semilla que propició el nacimiento de esta revista y aunque actualmente se centra profesionalmente en el sector ecológico, coordina las tareas no editoriales de HomoNoSapiens.
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